viernes, 29 de marzo de 2013

Me voy a cumplir un sueño...



Desde hace ya unos años, la mayoría de los españoles sufrimos una situación económica difícil, muy difícil (parece que esté haciendo un descubrimiento, de aquí a Ministra de Economía que voy…). Es un momento en el que, la mayoría de nosotros, hemos dejado aparcado nuestros sueños, porque la realidad nos empuja más a sobrevivir que a fantasear. 

Sin embargo, en un momento de la tormenta, unos rayos de sol se filtran y aparece el arcoíris, aunque sea por unos minutos.


Yo tenía un sueño, pero de esos que tienes en un cajón guardado y que no piensas en él, pues crees que hasta dentro de muchos años no podrás cumplirlo. Sin embargo, el día menos pensado, se dan unas cuantas variables y te das cuenta de que, al menos una de tus ilusiones, se puede hacer realidad.
Así que allá voy, cuando leáis esto (si la entrada programada no me da problemas y se publica), estaré volando hacia mi sueño… Bueno, eso espero, porque salgo desde un aeropuerto de Portugal que no conozco, así que veremos a ver si no me equivoco, porque yo con los nervios me nublo (es que viajo sola y no me termina de gustar la idea, pero es lo que hay, no me voy a poner a quejarme con la suerte que tengo). Pues eso, a ver si no acabo en Las Maldivas, en Brasil o Suazilandia por equivocación (si en 25 días no he vuelto, pedid a las embajadas que me busquen, ¡por favor!)

Nos vemos a la vuelta, dentro de unas semanas. ¡Me acordaré mucho de vosotras!
(la foto es de Internet)

lunes, 18 de marzo de 2013

La Hija de Robert Poste, de S. Gibbons



Stella Gibbons no podía reunirse conmigo en el Lapin Agile pero, de manera muy generosa, hizo que la protagonista de su libro, Flora Poste, acudiera a mi cita. Flora procedía de una familia de clase alta, sin embargo tras la muerte de sus padres, víctimas de la gripe española, descubre que sus rentas no dan para vivir en la abundancia, por lo que decide irse a vivir con los Starkadder (ya que no está dispuesta a buscar un trabajo). Éstos son unos familiares lejanos, algo silvestres y toscos, que viven en Sussex, la Inglaterra rural.


La señora Gibbons me había advertido que Flora era una chica bien, educada de una manera exquisita, por lo que yo debía dar una buena imagen para nuestro paseo hasta la granja de Cold Comfort. Sumida en mi ignorancia protocolaria, había pensado que para ir a una granja situada en la campiña inglesa, lo mejor sería colocarme unas botas de agua que me libraran del barro. No obstante parece ser que, a la señorita Poste, esto no le parecería una indumentaria adecuada. Así que, allí estaba yo, sentada en mi silla del Lapin, con un vestido de vuelo por debajo de las rodillas y unos elegantes zapatos de tacón,  cuando apareció Flora.
Me saludó cariñosamente y pusimos rumbo a su nuevo hogar. Nada más bajar del coche que nos dejó en la puerta de la finca, me percaté de que la granja estaba algo descuidada, a pesar de estar habitada por un gran número de personas, todos miembros de la misma familia (el joven primo Seth, Amos, la delicada prima Elfine, Judith...). 

Tanto Flora como yo nos mostramos algo impactadas ante tal desastre, pero ella estaba decidida a poner orden en aquel lugar. La hija de Robert Poste me recuerda a Amélie Poulain, intentando arreglar la vida de los demás, cuando en la suya tampoco es que haya ningún orden, ni concierto.  

Amélie Poulain

-          El problema es la vieja tía Ada- nos cuenta el apuesto Seth- vive encerrada en su cuarto y no nos deja hacer una vida más allá de las vallas de esta granja. Está loca, obsesionada con algo sucio que vio en la leñera hace muchos años.

Flora y Seth

Cuando Seth se retira para proseguir con sus tareas, Flora me narra sus planes sobre cómo hará para que cada uno de los miembros de la familia Starkadder pueda realizarse y ser feliz más allá de aquella granja. Algunas de las sugerencias que propone no las veo muy factibles, pero hago un acto de fe y confío en su testarudez para llevar a aquella familia a vivir una auténtica revolución.


La luz naranja del crepúsculo empieza a verse tras el tejado, aún así Flora no quiere que nos vayamos sin que antes conozca a un hombre bastante extravagante: el señor Myburg. Habíamos quedado con él en una pequeña cafetería del pueblo. 

-          Tienes que conocerle, querida- me había dicho Flora- es escritor y realmente esperpéntico.
Y mientras degustábamos una sustanciosa merienda de té y pasteles, el señor Myburg no paraba de hablar de sus conocimientos y de sus teorías literarias.

-          Las hermanas Brontë eran unas borrachas y jamás escribieron nada- aseveró nuestro amigo.
Yo, que en ese momento estaba comiendo una pasta de té, comencé a toser presa del asombro y la conmoción.
-          Te lo advertí- me susurró Flora mientras se atusaba el pelo.
-          Es así- prosiguió él- su hermano era el verdadero escritor, pero ellas le robaron los manuscritos y la fama, quedando él para la posteridad como un borracho.

las hermanas Brontë

No fui capaz de responder nada a esa afirmación. Supongo que él tomó mi silencio como un apoyo a su grotesca teoría, pues prosiguió hablando de otro tema como si nada. Afortunadamente, Flora se acercó a él y, con unas palmaditas en la espalda, despachó al erudito y emprendimos el camino de vuelta al Lapin.

La realidad es que he pasado una jornada maravillosa con Flora, con momentos verdaderamente divertidos en esta caricaturesca historia de la sociedad inglesa. Sin embargo, me despido de ella y me bajo del coche con algunos interrogantes sin responder.
Espero que, algún día, Stella Gibbons tenga la amabilidad de pasar por el Lapin Agile y quiera contarme esos secretos.


lunes, 4 de marzo de 2013

Nazaríes y Vampiros




El día 28 de Febrero, en Andalucía, conmemoramos la festividad de nuestra comunidad autónoma. Este año ha sido un puente de cuatro días, así que aprovechamos e hicimos una escapada a la ciudad de Granada.  Como sabéis, la ciudad nazarí fue el último resquicio de resistencia musulmana en la época de los Reyes Católicos. 
 
La mañana del jueves quedé con un personaje bastante querido por estas calles empedradas: Washington Irving. La ciudad amaneció nevada, con sus techos espolvoreados de blancura y sus calles crujientes bajo nuestras pisadas. Me coloqué el gorro y los guantes y bajé presta a mi encuentro con Irving.

A pesar del frío, hacía sol así que nos dirigimos al parque mientras escuchaba atentamente sus Cuentos sobre la Alhambra. Le pedí que me hablara de Boabdil, el último sultán nazarí que tuvo el reino (antes de que los Reyes Católicos lo echaran) y, mientras él me relataba su historia, yo contemplaba embelesada las montañas blancas que nos rodeaban allá en lo alto de la escarpada sierra.

Casa F. García Lorca

Quisimos hacerle una visita a Federico García Lorca, pero su casa estaba cerrada, así que nos tuvimos que conformar con una ojeada por las ventanas. 

Paseo de los Tristes

Las historias de mi acompañante nos hacen volver nuestros pasos hacia la Alhambra. A sabiendas de la caminata que nos espera, paramos para comprar un batido de fresas y plátano antes de enfilar el Paseo de los Tristes. 

Desde dicho paseo, divisamos cómo el palacio de la Alhambra se yergue en la cumbre de la colina. Comenzamos a subir para admirarla en todas sus dimensiones desde el Mirador de San Nicolás. La fortaleza roja nos mira con los párpados llenos de nieve y, sabedora de su belleza, se deja fotografiar una y otra vez por los innumerables curiosos. 

Desde el mirador


 
El sol ha decidido irse y nosotros comenzamos a bajar también por las calles empedradas hacia las calles de las teterías, para poder disfrutar de un té caliente.

Tras reconfortarnos un poco y calentarnos las manos, me despido de Washington Irving. He pasado una mañana y una tarde maravillosa con él, pero he descubierto que la ciudad está infestada de vampiros y quiero visitar su exposición.





La noche ya extiende sus dedos negros por los callejones más estrechos y yo me adentro en el mundo de los colmillos y la sangre. 

Vlad Tepes
Nosferatu

Aquí me encuentro con Vlad Tepes (el empalador, fue un príncipe rumano que luchó contra los otomanos y en quien se inspiró Bram Stoker para su novela) y con Nosferatu. Al fondo, en un rincón se escucha un ligero chapoteo de agua. 







Cuando giro la esquina, me encuentro con ella, con su mirada ausente, con sus rasgos imperturbables… es Elisabeth Báthory, la condesa sangrienta.  Esta hermosa mujer burguesa tenía el convencimiento de que, tomando baños de sangre y bebiendo este líquido rojo extraído de las venas de doncellas vírgenes, conseguiría la belleza eterna. Según leí allí, tiene el récord guiness de asesinatos, con 630 muertes a sus espaldas. 
La Condesa Sangrienta

 En los últimos tiempos, el mundo vampírico ha dejado de ser visto como algo macabro y siniestro, en el peor sentido de las palabras. Es cierto que sigue conllevando muertes, pero ahora deja entrever un halo de belleza, de misterio, de erotismo, de tibieza… La verdad es que yo me fui cautivada de la exposición y espero tener tiempo, esta primavera, para poder leer Drácula de Bram Stoker.
¡Espero que os haya gustado el gélido paseo de hoy! (todas las fotos son mías, las realicé con una cámara prestada, porque olvidé la mía).